Auguste Rodin: Réquiem por un Hipismo en Vías de Extinción
Por Juan Oleaga.
Es complicado precisar el momento exacto en que Auguste Rodin, ese aristocrático caballo moldeado por los mejores esfuerzos de la omnipotente transnacional hípica Coolmore, dejó de ser la estrella mundial que prometía rescatar al decadente hipismo contemporáneo. Exaltado como el sueño encarnado de un criador moderno, parecía destinado a convertirse en el símbolo redentor de una industria en declive.
El paquete era, sin duda, completo: un físico de imponente belleza, un pedigrí que amalgamaba lo mejor de Oriente y Occidente, con la sangre de colosos históricos como Sunday Silence y Galileo fluyendo en sus venas, no a través de ramas laterales, sino directamente desde el tronco principal del árbol genealógico, gracias a especímenes de élite como Deep Impact y Rhododendron.
Y si esto fuera poco, Auguste Rodin demostró su valía en el campo de batalla. Sin pretender un recuento exhaustivo de su ilustre trayectoria, basta con señalar que un caballo capaz de ganar el Epsom Derby (G1), el Irish Derby (G1), la Breeders’ Cup Turf (G1), el Irish Champion Stakes (G1), y el Prince of Wales’s Stakes (G1) es, indiscutiblemente, excepcional.
Entonces, ¿qué llevó a que este diamante ingresara en la padrillera de Coolmore Irlanda con más discreción que pompa?
La Obsesión por el Legado de Scat Daddy
En los últimos años, la obsesión de Coolmore por acaparar la línea de Scat Daddy ha alcanzado proporciones que no se veían desde los tiempos de Northern Dancer. Sin embargo, a diferencia de este último, cuyos descendientes se destacaron en distancias de hasta 12 furlongs (aprox. 2,400 metros), la progenie de Scat Daddy ha mostrado limitaciones notorias en competencias de fondo al más alto nivel. Con la excepción de Justify, sus hijos han tenido éxito restringido a carreras de menor distancia, lo que contrasta con la versatilidad y resistencia que hicieron icónica a la industria europea.
Aquí encaja perfectamente el refrán: “Cuando hay santos nuevos, los viejos no hacen milagros.” ¿Qué posibilidades reales tiene Auguste Rodin de atraer a las mejores yeguas disponibles, cuando su precio para 2025 será de 30,000 euros, mientras City of Troy, con una promoción internacional agresiva, se cotiza en 70,000 euros?
Ambos caballos comparten genes de Galileo por vía materna, pero Coolmore parece más interesado en promover lo que el mercado actual demanda: precocidad y velocidad, en detrimento de stamina y longevidad. En un hipismo global cada vez más influenciado por la tendencia norteamericana, los caballos con aptitudes excepcionales entre 10 y 12 furlongs son vistos como reliquias comerciales.
Un Futuro Cuestionable
La evolución del hipismo plantea un escenario en el que los fondistas, otrora venerados, serán relegados a las padrilleras del National Hunt, mientras la industria prioriza la precocidad para satisfacer los exigentes calendarios de ventas de yearlings y competencias de dos años. Criar y desarrollar caballos que alcancen su plenitud a los 4 o 5 años simplemente no encaja con la dinámica moderna.
En este contexto, Auguste Rodin encarnaba una tenue esperanza: la posibilidad de que el hipismo occidental no solo sobreviviera, sino que liderara una transformación hacia pistas de grama y superficies sintéticas más seguras para humanos y caballos. Representaba, además, una promesa de renovación en los valores esenciales del deporte hípico, especialmente en Europa y Norteamérica.
Un Réquiem, No Fanfarria
Lamentablemente, veo a Auguste Rodin en Japón en un futuro cercano. Al menos allí sabrán apreciarlo; no solo como un semental, sino como un símbolo de excelencia y tradición. Incluso han tenido la elegancia de despedirlo con un homenaje digno, lejos de quienes deberían haberlo ensalzado como se merece.
Por ello, te despido con un respetuoso réquiem, Auguste Rodin, y no con el estruendo de fuegos artificiales. Hasta siempre.